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lunes, 20 de octubre de 2025

CARLOTA FLÂNEUR - "What my body wants" (Hidden Track Records, 2025)


CARLOTA FLÂNEUR tras el ilusionante EP debut Brains en 2020 y la confirmación de su estimulante talento pop en forma de larga duración Uncertainty (2022), nos trae ahora un disco que deslumbra por entre cada uno de sus surcos: What my body wants (Hidden Track Records, 2025).

Con Emili Bosch (b1n0) como productor Carlota nos cuenta, tal y como revela el título del trabajo, lo que le pide el cuerpo, sin demasiados filtros, rebosando honestidad. Y es que este disco es muy de piel, tanto a nivel de lírica como de sonido, pero a la vez la intervención de Emili le inyecta un fuerte componente espacial que lleva a la artista a alcanzar cotas inusitatas de sugestión y embrujo.

Abre las puertas al álbum la agridulce "Going places" con un juguetón bajo muy jefe, guitarras cristalinas y percusión placentera rematadas por unos sintes mesurados que opositan a la relevancia. Esta fórmula será la predominante en el trabajo y como primera muestra no podía ser más certera.

Foto de Silvia Poch
    
"Trust" enamora desde sus primeras notas pero cuando Carlota despliega sus encantos vocales la cosa se pone en modo irresistible. Mientras, nos llega el estribillo de "Acting wisely" y surge la magia, así además se menciona en su lírica a modo de experiencia sensorial 3D.

El disco contiene un fuerte poso sentimental y "Hit your face" no es la excepción. Es una lástima que desengaños amorosos originen canciones tan bonitas porque nacen del dolor, por lo demás nosotros encantados de poder deleitarnos con ellas. El spoken word de Carlota pone la guinda a un corte bien redondo. Pese a su título parece que la sangre no llegó al rio. 

La canción titular "What my body wants" es a la vez la más extensa del paquete, sin tirar cohetes. Tres minutos de flow preciosista que puedes incluso bailarlo levemente. 

La cara B del álbum arranca con el interludio acústico grabado en directo "On stage", donde Carlota confiesa envidia sana por lo que transmite en el escenario la gran Núria Graham. Le sigue la placentera "Overthink" con esa ondulada estrofa que parece le cueste ceder protagonismo a su coqueto estribillo rubricado por lindos coros.

"Watery eyes" fue el primer single avance del trabajo y por algo sería. La de más pegada pop del conjunto, cuidado, se pega como chicle en el zapato. Pese a la compungida lírica sus notas resultan de lo más luminosas.

lunes, 13 de octubre de 2025

DEPECHE MODE, 20 años de "Playing the Angel" (2005)

 

Martin L. GoreDave GahanAlan Wilder y Andrew Fletcher fueron la alineación titular de los DEPECHE MODE hasta que finalizó el Exotic Tour (1994), extensión de una de las giras más brutales de la historia, el Devotional Tour (1993), en la que se presentaba el demoledor Songs of Faith and Devotion (1993). Entre los daños colaterales derivados de esa gira, el más irreversible fue la dolorosa salida del grupo de Alan Wilder, pieza fundamental en el ADN del sonido de la banda desde su entrada en 1982 sustituyendo al miembro fundador Vince Clarke

Tras la recuperación de Dave de sus graves problemas de adicción vuelven como trio con Ultra (1997) y luego Exciter (2001), dos álbumes aceptables pero claramente inferiores a la media, sobre todo en comparación a sus tres precedentes. 

La ausencia de Wilder fue complicada de digerir, aún se nos hace bola, además viendo los trabajos inmediatamente posteriores de la formación era más evidente la magnitud de la pérdida. 

Con este contexto el 17 de octubre de 2005 DEPECHE MODE publican el undécimo álbum de estudio Playing the Angel, un puñetazo encima de la mesa de los de Basildon. Estamos ante su mejor trabajo de lo que llevamos de siglo XXI, ahora ya con la consolidación de la estrecha colaboración de dos miembros más en la recámara: Christian Eigner (batería) y Peter Gordeno (teclista). Además por primera vez Dave Gahan interviene en la co-autoria de canciones, concretamente en tres junto a Eigner y Andrew Phillpott, equipo con el que arrancó su carrera paralela en solitario. Fue producido por Ben Hillier, una asociación que perduraría en los dos futuros discos. 


El quinteto de cortes que arrancan Playing the Angel es desarmante. "A Pain That I'm Used To" arrolla desde su ensordecedora intro. Con una sugerente estrofa y ese estribillo que va desbocándose hasta explotar con esa especie de estruendo industrial que a la vez presenta el tema. Descarada, fresca, ilusionante. Y no bajamos el nivel de intensidad que llega la pegada de "John the Revelator", un blues electrónico y distorsionado, menuda locura. Seguimos con el aura industrial, aquí más retorcido. Inspirada en la original del norteamericano "Blind" Willie Johnson (1930) es la primera de las cuatro canciones en las que aparece la palabra "angel", contenida en el título del trabajo.

"Suffer Well" es una de las que firma Gahan en el álbum, single indiscutible del mismo, clásico instantáneo. Debatiéndose entre la elegancia y la oscuridad con ese halo bailable y el riff guitarrero marcado a fuego. Autobiográfica, solo hace falta ver su espléndido videoclip (insertado a pie de página). Llevamos tres temas y tres singles indiscutibles, inmejorable empiece.

Rebajamos un pelín el nivel de magnetismo con "The Sinner in Me" aunque no te lleves a engaño, este medio tiempo lleva sorpresa incorporada. Un nervio latente que traspasa, casi puedes notar su descarga. Finalmente se quita la careta en el salvaje último minuto y medio en el que guitarra y programación se asocian en un estallido electrizante.   

Volvemos al redil de la excelencia más absoluta con la conmovedora "Precious", si te fijas en las reproducciones en streaming se situa entre las cinco top de la banda. DEPECHE MODE recuperan el ambiente más sintético de sus primeros álbumes con riff y loop de teclados que se van entrelazando hasta presentar el sugestivo estribillo. El riff parece golpeado en vez de tocado y el loop es puro terciopelo, pero a la vez se complementan de maravilla. Aunque la cante Dave este corte se lo dedica Martin a sus hijos envueltos en el divorcio de la pareja.

Mr. Gore coge el micro en "Macro", no pretendía hacer un juego de palabras, salió solo. Enigmática, hipnótica. De naturaleza electrónica aumenta su densidad brumosa en el estribillo hasta que llegando al ocaso reivinca lo analógico a partir de unos acordes guitarreros.


La balada "I Want It All" es uno de los temas más sorprendentes del álbum. Surtida de recovecos con unas programaciones tan imprevisibles como audaces. La segunda con Gahan involucrado en su composición nos hace levitar durante sus seis minutos de cadencia trip-hop.

"Nothing's Impossible" cierra el trio de cortes no manufacturados por Martin, aunque aquí su guitarra tenga cierto protagonismo, con un envoltorio tenebroso no excento de ritmo impuesto por su marcial base. En el minuto tres sube una marcha más en el desarrollo culminando su hechizo amoroso.

El interludio instrumental lo pone la fantasmal "Introspectre" llevándonos de la mano hacia "Damaged People". Martin se desgañita dando voz en delay, emulando hábilmente a un coro, a la "gente dañada" en un emotivo corte electroacústico. Nos despertamos de este letargo sombrío con "Lilian" y su embrujo bailable, aunque sea con lágrimas de desamor en los ojos. Esos delicados acordes guitarreros me matan del gusto. Todo y con eso su potencial de hit queda empañado por una producción poco arriesgada.

En la segunda frase de "The Darkest Star" aparece el título del disco, uno que finiquita con este frondoso darkwave de casi siete minutos de duración, un amago de sinfonía. Tétricas notas al aire de piano y los coros de Martin intentan abrirse paso por entre sus pasadizos. Broche de oro para un Playing the Angel que desenterró a los DEPECHE MODE más inspirados.