Estamos de celebración, se cumplen 20 años de la publicación de un disco esencial, el Siamese Dream (Virgin Records, 1993) de los THE SMASHING PUMPKINS. Vamos a contextualizarlo: principios de los 90, en el mundo se respiraban aires convulsos y de cambios con la caída del muro de Berlín, la primera guerra del golfo, el conflicto de la antigua Yugoslavia, innovaciones tecnológicas como la implantación de Internet... Un suma y sigue de constantes
acontecimientos históricos a cual más trascendental.
En medio de este panorama florecieron nuevas inquietudes sociales lo que contribuyó, entre otras cosas, a la gestación de inventos del TBO como lo de la generación X. En Spain, como "is different", nos quedamos durante un tiempo ensimismados con la generación C, si, la de Curro y Cobi.
Todo este maremágnum, como no podía ser de otra forma, influyó también en las tendencias musicales. Lo más cool del momento era el grunge; una mezcla entre estética desaliñada, con la camisa de franela a cuadros como referente fundamental, rebeldía depresiva y batido musical de punk, noise-rock y hardcore. Un revoltijo un tanto desconcertante, por momentos con aires sospechosos de puro marketing.
En
estas que nos encontrábamos aún con la resaca del Nevermind (1991) de NIRVANA, obra cumbre del movimiento mencionado, cuando nos pasa por encima un regimiento de decibelios mezcla de potencia desbocada, delicadeza
acústica y virtuosismo instrumental: Siamese Dream, publicado el 27 de julio del 1993 y producido, al igual que el álbum de los de Seattle, por Butch Vig (GARBAGE). El segundo disco de los THE SMASHING PUMPKINS fue de todo menos convencional, provocando la
reinvención de conceptos del rock que hasta la fecha parecían estancados y
dando una nueva vuelta de tuerca a lo que se empezaba a conocer como sonido alternativo.
Las guitarras, tanto la de Billy como la de James Iha suenan afiladas; D’Arcy con el bajo, pulso cardiaco del álbum, guiándonos por los entresijos del mismo y a la batería Jimmy Chamberlin como martillo percutor de los que nos podemos encontrar a pie de obra.
Siamese Dream es conceptualmente de naturaleza tristona, de hecho su líder Corgan había tenido pensamientos suicidas en los últimos tiempos, pero abrazada por fogonazos de energía salvaje. Ya desde el redoble inicial en "Cherub Rock", canción con la que se abre
el disco, se va desvelando la magnitud de lo que se nos viene encima.
Esas guitarras distorsionadas cabalgando hasta desbocarse nos hacen coger carrerilla hasta plantarnos en "Quiet", siguiendo con la misma actitud hiperactiva. Completamos este tridente inicial del disco con "Today", himno generacional y oasis de buen rollito rompiendo por un instante la tónica sombría del álbum.
Esas guitarras distorsionadas cabalgando hasta desbocarse nos hacen coger carrerilla hasta plantarnos en "Quiet", siguiendo con la misma actitud hiperactiva. Completamos este tridente inicial del disco con "Today", himno generacional y oasis de buen rollito rompiendo por un instante la tónica sombría del álbum.
Vamos
a tomarnos un respiro... Ni hablar, llega el apoteósico "Hummer" cuyo final, con marcado deje psicodélico, nos suma en el mar de la tranquilidad más absoluta.
Entramos dentro de una habitación con vistas al cementerio, sin embargo nos
sentimos a gusto con "Rocket" y "Disarm" como hilo musical. Las cito
conjuntamente ya que la primera se nos convierte en un preludio tormentoso
antes de que llegue la calma más lúgubre con la segunda, que resultaría a la
postre una de las canciones más conmovedoramente bellas jamás compuestas.
Llega "Soma" y ahora sí que hacemos un alto en el camino en forma de dulce caricia con evolución sorprendente. Nos encontramos hacia media canción con un cambio de ritmo muy heavy-metal conteniendo un solo de guitarra espectacular, para terminar con un desenlace de lo más etéreo, casi fantasmagórico.
Recuperamos el nivel de máxima energía con "Geek U.S.A." y la banda dándolo todo hasta que hacia el segundo minuto llega un oasis de quietud para tomar aire y volver aún más desmelenados con un punzante solo de guitarra y toda la artillería hasta su minuto final. Entonces llegará el momento recrearse en su virtuosismo como un tocino disfruta revolcándose en el barro.
Llega un medio tiempo imprescindible como es "Mayonaise". Dios mío qué intro con dos guitarras eléctricas que más que sonar, dialogan, a través de una especie de susurro cómplice que dará paso a la distorsión marca de la casa. Le sigue el baladón "Spaceboy", en esencia acústica pero a la vez asistida por exquisitos arreglos orquestales
"Silverfuck" con sus ocho minutos de duración hace explotar nuestros tímpanos, casi nos sangran pero lejos de lamentarnos nos
extasiamos con esas guitarras desgarradoras y el bajo de D’Arcy que nos guía hacia un camino sin salida, el de nuestra sumisión definitiva a la banda de Chicago. La
breve y intimista "Sweet sweet" nos
relaja después de todo lo vivido y, como si del cigarrito de después se tratase, llega "Luna", el suspiro placentero final.
THE SMASHING PUMPKINS nos regalaron uno de los discos más influyentes de la escena alternativa, fundamental para entender la evolución de la música rock desde finales del siglo XX hasta nuestros días.
Disfruta de Siamese Dream de principio a fin>
Disfruta de Siamese Dream de principio a fin>
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