El pasado jueves tuvo lugar la segunda sesión del ciclo TBC (To Be Confirmed Produccions) a las School’s Out Sessions de la Sala Plataforma de Barcelona, que junto con el sello BCore, presentaron a 3 bandas de lujo, Cuzo, Nord y Greus.
El pistoletazo de salida lo dieron los enigmáticos Greus, un nuevo grupo de rock delirante formado por Eduardo Rodríguez e Ivan Ruiz, batería y guitarra, ambos miembros de otras bandas de rock contundente como Moho y Moksha. Sin ningún tipo de referencia sonora previa de la banda y contando solo con la expectativa, en unos minutos consiguieron captar toda la atención de los asistentes; un directo brutal, instrumental, complicado y grueso. Baterías contundentes que recuerdan al más puro Dave Grohl pero pasado de vueltas y una guitarra que, al pisar el pedal de fuzz, doblaba la potencia sonora solo acompañada ocasionalmente por los aullidos agónicos de sus componentes.
Greus |
Nord |
Nord fué la segunda banda en subir al escenario, el grupo de rock de Sant Feliu de Guíxols liderado por Xavi Navarro a la guitarra y acompañado por Gemma Rodríguez a la voz, Màxim Triviños al bajo y Josep Marqués a la batería, nos ofrecieron un directo enérgico interpretando las canciones de su álbum debut, Nord. Rock cantado en catalán pero desmarcado de los patrones clásicos de pop-rock habituales, endureciendo las melodías con los riffs de guitarra pegadizos y breaks locos de corta duración, a contratiempo y apoyados por la voz sin edulcorantes, directa y potente de Gemma.
El postre vino de los esperados Cuzo, un trío barcelonés formado por Jaime Pantaleón, Fermin Manchado y Pep Carabante que nos fascinó con su rock instrumental, psicodélico y lleno de matices. Vibramos a través de las cambiantes, hipnóticas y electrizantes melodías influenciadas por la psicodelia turca de los 70’s incluidas en el quinto y último álbum de la banda Són imaginacions teves.
Cuzo |
Cuzo |
El clímax de la noche se alcanzó en el último tema, en el que Jaime dejó en el suelo la extraña guitarra para invitar a los asistentes que tenía más a mano a tocar el sintetizador y participar en la vorágine de disonancias y soportes de teclado destartalados. No me quito de la cabeza la imagen de Jaime sujetando el sinte por encima de su cabeza, estirando de los cables de conexión para hacerlo llegar a la boca del escenario, ¡por si al público se le ocurría aportar más psicodelia! Una chica que tocó el teclado en los últimos momentos exclamaba "creo que ya no suena" ¡Es que ya no podía sonar nada más!
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