Una cuenta atrás. 28 minutos de espera. Una sala (una de las más grandes de la capital) llena a rebosar. Y, después de entonar al unísono los últimos cinco segundos, luces apagadas y los chicos de Izal subían al escenario. Sus caras lo decían todo: sorpresa, asombro, quizá un poco de impresión... Habían conseguido vender todas las entradas un mes antes de la cita con sus fans, pero aún así parecía que no terminaban de asumir lo que estaba sucediendo. Todo lleno. Todos cantando.
Mikel, Alejandro, Alberto, Emanuel e Iván empezaban con una "Despedida" y con los ojos fuera de las órbitas; el público cantaba y ellos, aún, no daban crédito. Así daban comienzo dos horas cargadas de música, de baile, de risas, de buen rollo, de una conexión especial entre la banda y su gente, los que por primera vez se encontraban en uno de los espacios más míticos de Madrid. Magia y efectos especiales
Tan cómodos se encontraban que incluso se lanzaron a tocar algo de Teletransporte, su EP, sobre el que en alguna ocasión han dicho que no lo consideran ‘tan’ IZAL como sus dos discos, Magia y Efectos Especiales y Agujeros de Gusano. Por el escenario, dado que era una ocasión “especial”, tal y como ellos mismos la definían, pasaron amigos (a los vientos y a la caja) que ayudaron a la banda a convertirse en lo que hoy en día son.
Mikel saltaba y bailaba, y el resto del grupo acompañaba con una emoción y una humildad que demostraba por qué el público adora a IZAL. No es sólo la música, son ellos: son cercanos y a momentos parece que aún no se creen hasta dónde han conseguido llegar.
¿Cómo no disfrutar de un concierto así? “Tocaríamos toda la noche”, decía Mikel, voz y compositor de la banda. Pero no pudo ser: dos horas fueron suficientes, aunque, en realidad, supieron a poco.
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