ENRIC MONTEFUSCO y su banda saltaban al escenario del Casino de l’Aliança del Poblenou pocos minutos después de las 9 de la noche para presentar MERIDIANA dentro del marco de la 18ª Edición del Festival Mil.lenni. No era una noche cualquiera, ni para Enric ni para el expectante público que llevaba algo más de un año a la espera de ver qué nos esperaba tras el punto y final de Standstill. Tan clara era esa sensación, que él mismo nos quiso hacer partícipe de cómo había vivido el día previo a esta puesta de largo, pidiéndonos incluso opinión sobre la camisa nueva que estrenaba.
El formato ya prometía. Montefusco a las guitarras, Ramón Rabinad a la batería, Aleix Puig al violín, y las “navajas suizas” de Jaime del Blanco (violín, mandolina eléctrica, tuba i percusión) y Pere Jou (teclados, trompeta, guitarra, acordeón, percusión.. y seguro que me dejo algo). Pudo sorprendernos en un primer momento la ausencia de bajo, pero lo entendimos en seguida: ¿Quién quiere un bajo teniendo una tuba?).
Un sobrio pero cálido juego de luces acompañaba la primera parte del concierto, creando una íntima atmósfera con la que pudimos saborear cada armónico de “Adiós”, “Meridiana” y “Todo para todos”. Quizás hubiéramos colocado esta última un poco más tarde para poder corearla “a viva voz” igual que hacemos en casa, ya que el clima de silencio y respeto entre el público era tal que aún no nos atrevíamos, pero pudimos desahogarnos más tarde (estaba todo planeado!!).
“Flauta man” ,“Vida plena” o “Lo poco que se” fueron subiendo la intensidad para hacernos llegar “¿Por que me llamas a estas horas?”, regalo que la gente agradeció soltando toda la energía que había ido acumulando durante el show.
Tras una segunda revisión de “Adiós” que acababa con un espectacular final percusivo, llegaba la hora de los bises. “El riu de l’oblit”, “Todo es mentira “ de Albert Pla, y una aclamanda “Bonaparte” darían paso a un último fin de fiesta, donde Enric y los suyos decidieron que un unplugged en el vestíbulo del Casino era una curiosa forma de despedirse de su público, y donde (después de “Obra maestra”) si pudimos corear “Todo para todos” y acabar este bolazo con la intensidad que se merecía.
Ye es que eso nos pareció. Un bolazo. Sin parafernarias tecnológicas, con un formato más que acertado. y en el que pudimos apreciar con nitidez cada matiz de un disco tan trabajado como MERIDIANA.
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