CHUCHO vuelve tras el aclamado
Los Años Luz (I*M Records, 2016) con el no menos espléndido
Corazón Roto y Brillante (
Intromúsica Records, 2020). Un álbum agrio, con el fantasma de la ruptura sentimental adueñándose del metraje y un ejercicio de inconformismo en busca del propio resurgimiento o simplemente la supervivencia. Hay dolor, incluso angustia, pero también un atisbo de luz al final del tunel y mucho humor, del negro. El símbolo del desfibrilador es protagonista de la portada del disco, podría ser como metáfora de la esperanza para una recuperación cardíaca. Obra de la diseñadora albaceteña
Ana Cuevas, habitual colaboradora en el arte de la banda.
El incombustible Fernando Alfaro junto a Juan Carlos Rodríguez y Javier Fernández arrancan el álbum con el corte titular, vigorosa sinopsis de una relación de la mano de un certero power-pop. Aunque el desenlace de la historia no fuera demasiado positivo su ritmo transmite energía y luminosidad a partes iguales.
Nos llega un marcado sabor a western con la batería trotona de "Sombra Lunar" y esos acordes guitarreros que piden a gritos una visita al saloon de turno para meternos entre cuerpo y espalda unos buenos bourbons, o directamente ese "combinado" al que se hace referencia en su letra. Cambio de tercio con "La Ambulancia y el Doctor" y esa mezcla entre elegante soul y duduá, resultando un corte la mar de deleitoso pese a la carga de reproche que retransmite.
La delirante "Yoga Love" (videoclip protagonizado por Aníbal Gómez al final del post) es otro de los momentos álgidos del trabajo. Un oasis de bonanza con esos sintes juguetones abrazando una lírica ocurrente y socarrona: <<...y siempre después de mi puto trabajo entre el precariado y el voluntariado, con la tragedia a medio poner, a clase de yoga una y otra vez, y me estiraba hasta lo imposible y aún así no alcanzaba, nunca fui muy flexible, me retorcía hasta lo imposible, en clase de yoga una y otra vez por amor...>>
La enorme "La Carretera de la Costa", con el certero acelerón en el puente rumbo hacia el popero estribillo y paradiña instrumental de apenas 15" rondando el segundo minuto. Esos coros como dando el chivatazo de que algo más está a punto de llegar y wualá, toma sorprendente cambio en el minuto 3:14" derivando en cálido final, bordeando el reggae. Pedazo guinda para un pastel que es puro delicatessen.
"La Feria Animal", blusera durante su estrofa y pseudo-jotera en su estribillo de acorde a lo rústico de su título. Ah y además contiene remate electrizante incluido, ante nosotros un corte tan inclasificable como embriagador.
Aires rockabillys inundan la estancia en "Hoamm", aunque el motivo siga siendo la separación sentimental, leitmotiv de todo el trabajo, su lírica es tan disparatada que no puedes evitar esbozar una media sonrisa durante su escucha. La inquietante "Vals del Trueno", turbadora sobretodo por el marcado contraste entre la música y la letra. Los jocosos coros rematan la faena.
Una tenue americana asoma la cabeza con "Espalda Brillante" y su hipnótica base explotando a intervalos en solos desbocados guitarreros, hasta que alcanza el cénit con sus rasgueos perpetuos finales. La aparente balada del conjunto las encontramos en "Agente Sebso", aunque en el estribillo se quite la careta para acabar en el puente final reivindicando una vez más el carácter ácido del trabajo.
El ambiente está bastante cargado, necesitamos coger aire y una canción tan naive y encantadora como "Agujetas" nos viene como anillo al dedo. No llega a los dos minutos pero son rematadamente balsámicos.