Manuel Begines (bajo -Blacanova-), Iñaki García (voz y guitarra -Tannhäuser-) y Paco Arenas (guitarra, voz y coros -Blacanova y Martes Niebla-), con la colaboración de Eduardo Escobar (Tannhäuser) a la batería, forman este dream-team sonoro también llamado BELADRONE. Una nueva banda gestada con los cimientos de otras dos, mellizas al nacer (ambas en 2006), pero dispares en su propuesta. Por una parte Blacanova (de aquí emana también gran parte de la formación de Martes Niebla), con ese arrebatador shoegaze marca de la casa, oscuro azabache. Por otra Tannhäuser, con su embriagador post-rock. Como era de esperar ambas propuestas sólo podían reencarnarse en otra suprema.
El primogénito de esta asociación es Andévalo (El Genio Equivocado, 2020), un álbum debut con nombre de comarca de Huelva dónde poder situar las inquietudes emocionales de la banda. Una especie de road-movie sonora aderezada con densas texturas shoegaze repletas de distorsión y reverberación.
"La Flecha" arranca el trabajo en la playa del mismo nombre (paraje situado entre los municipios de Lepe y Cartaya), en un corte entre nostálgico e inquietante. Desde el minuto 0 BELADRONE destapa su ADN con versos como: <<En sus ojos apagados, ya no había miedo, solo su mancha. Enterrado ya su cuerpo, el agua salada se ahoga en sus vértebras. Muchos años separados, solo me queda morir en la flecha>>. De los temas más pop del conjunto aunque sólo en apariencia ya que a partir del minuto 3' el noise empieza a asomar la cabeza y de qué manera, otra de las señas de identidad de los sevillanos.
Con "Andévalo", la canción, un implacable post-punk irrumpe en escena como elefante en cacharrería y viene para quedarse. El tramo final vuelve a ser un homenaje al ruidismo más visceral. Le prosigue la muy shoegaze "Astro Muerto", ambientada en la comarca de la Cuenca Minera, con unas etéreas guitarras que parecen diluirse en cada remate de estrofa, hasta dar paso al preciso estribillo, conformando uno de los cortes más ensoñadores del trabajo.
"Cemento" ya empieza con distorsión al cuadrado, no esconde su impetu ni falta que le hace. Progresiva, intensa, con el mantra <<Lo poco que queda de ti, lo poco que queda de mí>> abrazando su atronador ocaso.
Tomamos un mini respiro con "El Valle" que, sin dejar de lado un enérgico post-punk, al menos resuena de las más "amables" del conjunto. Ha sido un espejismo, con "Palacio Oscuro" vuelve el sutil desasosiego marca de la casa con unas guitarras entrelazadas, unas sucias, otras más vaporosas, todas puro deleite.