Quitando el cambio a la batería del joven Antonio Postius (ex-Mourn) por Lluís Cots el resto de MADEE sigue con la formación original, el mismo grupo de amigos que empezaron con este proyecto hará unos 20 años y que no publicaban álbum desde L'Antarctica (2007). Pep Masiques (bajo) Ramón Rodríguez (voz, guitarra) Adam Vives y Capi a las guitarras y Marc Prats a los teclados completan la formación. Una banda, pienso, infravalorada durante su primera etapa de vida. Como suele pasar en estos casos, una vez disueltos su aureola se agrandó considerablemente, el talento era incontestable y era cuestión de tiempo, demasiado en su caso. Ahora con los argumentos que presentan parecen abocados a subir al pedestal que merecen, porque de lo que vamos a hablar es muy, pero que muy grande.
En 2014 asomaron la cabeza con la publicación del doble single Age Of Ruin (BCore Disc) para conmemorar el décimo aniversario del Orion's Belt (2004). Allí empezó la colaboración en las letras del ya considerado séptimo integrante de MADEE Mark Swanson, un poeta y fotógrafo de Seattle que conocieron a través de Jeremy Enigk (vocalista de Sunny Day Real Estate).
La sonoridad de MADEE ha ido forjándose entre el emo y post-hardcore americano de principios de los 90's de bandas como Fugazi o los mismos Sunny Day Real Estate y el post-punk británico 80's de gente como Echo and the Bunnymen y los The Cure. Ahora se impone otra potente reminiscencia, la de los U2 en sus primeras referencias. El flamante álbum de regreso de los de Cabrils (Barcelona) Eternity Mingled With The Sea (BCore Disc, 2021) podría ser el trabajo definitivo que los irlandeses hubieran firmado publicar durante lo que llevamos de siglo XXI.
Es curioso como cambia aquí el registro vocal de Ramón Rodríguez en relación a su proyecto personal The New Raemon. Incluso y siguiendo el cotejo con el cuarteto de Dublín, sobre todo en las notas más agudas, su voz se da un aire importante a la de Bono.
MADEE consiguen en su nuevo álbum, más allá de comparaciones o evocaciones, el manifestarse como una banda madura, más allá de lo evidente por la trayectoria y edad de sus miembros, alcanzando la plenitud sonora durante los 12 cortes de Eternity Mingled With The Sea.
Arrancamos fuertes con "Caldera" y con ella llega ya de entrada el momento más enérgico del disco con una banda que parece querer anunciar con paso firme y decidido su retorno. Con unas guitarras debatiéndose entre el riff y el rasgueo desatado, un bajo percutor, una rotunda batería y unos sintes que, aunque sutiles, son bien determinantes. Es además la más breve del conjunto, un puñetazo encima de la mesa envuelto en poco más de dos minutos. Con la espléndida "Like Spider Bites in Spring" nos empezamos a poner intensos, sobretodo en su estribillo, con esos vaporosos sintes intentando apaciguar unas guitarras que siguen a un nivel muy alto de protagonismo.
"Metamorphosis" es sosiego, conciliación, en este caso con uno mismo tal como reza la letra. Con su estrofa y su estribillo, bien marcados, hasta aquí todo elemental pero en manos de estos MADEE más que suficiente como para hacerte tocar el cielo. Además con un Ramón cantando como los ángeles, nunca mejor dicho, y un remate del segundo estribillo y hasta el final que es de gallina de piel.
La culminación de este regusto a los U2 de principios de los 80's nos llega con el eléctrico "Hunting Party" y unas guitarras que tanto acompañan como definen; un bajo incendiario y una batería limpia a la par que categórica, con unos teclados que más que aparecer se intuyen. Intro, cambio de ritmo delimitado entre estrofa y estribillo con un solo de guitarra al inicio de la segunda estrofa, todo ello en apenas dos minutos y medio impecables.
"The Way Home" sería la balada del álbum sino fuera por su reavive en el estribillo. Aún con eso se erige en una canción transmisora de placidez pese a su turbadora lírica. Se inicia con ella la segunda mitad del Eternity Mingled With The Sea y con ella su vertiente más reposada.
La nostálgica "Blanchard Avenue Blues", una avenida de Seattle que inspiró a Swanson para enmarcar el devenir del tiempo y sus consecuencias a través de un apetecible medio tiempo, valga la redundancia. Tiene su reflejo audiovisual en el videoclip que insertamos a pie de página. Seguimos con cadencia semejante en "Feelings Of Inadequacy", además su letra parece una culminación de la del anterior corte con ese <<...Through the streets of time...>> que se graba a fuego en la memoria.
Entramos en zona minada de potente emotividad con el tridente final de temas del álbum. "Blank Canvas", conmovedora, con ese espectral redoble como base, guitarras angustiosas en la estrofa y liberadas en el estribillo, junto a Ramón rezando el <<...nothing but waste>> como remate para el nivel de sugestión reinante.
"Room 205" es una maravilla, su languidez te envuelve y arrastra hacia las profundidades de dónde no querrás salir si así puedes seguir en compañía de sus notas. El tratamiento de las guitarras es sencillamente espectacular.
Llegamos al cierre de Eternity Mingled With The Sea con el embriagador "Curtain Call", el corte más extenso del álbum, casi cinco minutos con los que MADEE se despide con ritmo lento pero seguro para llegar a la meta del silencio. La voz de Ramón recitando la lapidaria lírica lo confirma: <<I turn to the sun for answers and receive only silence.>> La guinda la pone sus segundos finales con el trio que consuma la llegada del ocaso: batería bajo y piano.
Disfruta del Eternity Mingled With The Sea de MADEE, el que será sin duda uno de los discos más destacados del año >
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