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lunes, 24 de mayo de 2021

ZOÉ - "Sonidos de Karmática Resonancia" (Universal Music, 2021)

Hablar de Zoé es hacerlo de una de las bandas latinoamericanas más grandes de todos los tiempos. En activo desde 1997, con cuatro premios Grammy, millones de discos vendidos y unas cuantas giras mundiales en su haber, los mexicanos ya tienen séptimo álbum de estudio, Sonidos de Karmática Resonancia (Universal Music, 2021).

León Larregui (voz, compositor y realizador de videoclips para la banda), Sergio Acosta (guitarra), Jesús Báez (teclados), Ángel Mosqueda (bajo) y Rodrigo Guardiola (batería) son los componentes del grupo. Larregi y Acosta están residiendo actualmente en Barcelona, su centro de operaciones desde donde propagar al mundo este portentoso álbum. Para la ocasión han cambiado a su productor de cabecera Phil Vinall por Craig Silvey (Arcade Fire, The National y Arctic Monkeys). Ya intervino en algunos temas de su anterior trabajo Aztlán (2018) pero en este ha trabajado a jornada completa.

Van a por los 25 años de trayectoria por lo que de madurez y experiencia van sobrados, todo y con ello estamos ante el disco más equilibrado, más rebosante de pegada en el haber del grupo. Voy a tirarme a la piscina, seguramente se trate de uno los álbumes en castellano más estimulantes de lo que llevamos de siglo XXI.

"Popular" (videoclip insertado a pie de página) es la pieza con la que arranca el trabajo, una golosina de medio tiempo pop plagada de sintes ochenteros, acentuados en el puente instrumental entre el desdoble del estribillo. La guitarra y el bajo al servicio de los teclados, sutiles pero a la vez determinantes, coronando un inicio incontestable. Su lírica nos confirma que la música siempre está ahí cuando se la necesita.

El synth-pop de quilates de "Karmadame" demuestra que estamos ante un álbum que también se puede bailar aunque sea con lágrimas en los ojos. Adictiva, sombría, con un puntillo funky para aumentar su halo irresistible. El falsete de Larregui pone el resto. Sus segundos finales son de aquellos detalles de sofisticación que confirman que estamos ante un trabajo inmenso.

Un fuerte aroma a The Cure, una de las influencias confesas de la banda, entra en escena en la intro de la estrofa de "Velur" con ese bajo a lo Simon Gallup como gran protagonista durante todo su metraje. Secundado por un preciso riff de guitarra, batería pulsómetro, sintes ingrávidos... en definitiva, Zoé como banda al completo al servicio de tus sentidos. 

Unos teclados muy blues abren la puerta a "El Duelo" y esa esencia rítmica perdurará, incluso se incrementará con la aparición de ese solo de guitarra hacia el minuto 1:40". Un final con sintes psicodélicos le colocarán la guinda. Le sigue la sentimental "SKR", con un marcado contraste entre su estrofa neo-psicodélica a lo Tame Impala y el estribillo ultra melódico, encuadrando un corte tan progresivo como adictivo. El último minuto y medio es un festival espacial.

Parece que nos hayamos quedado gravitando fuera de órbita con "Canción de Cuna Para Marte" como hilo musical perfecto. Las reminiscencias a Bowie no podrían obviarse ni queriendo. Aquí tenemos una "Space Oddity" de nuestro siglo y a la mexicana, ¿qué más se puede pedir? Pura delicia. No abandonamos la zona más sugestivamente embriagadora del álbum ya que llega "Tepoztlán", dónde perdura ese saborcillo al Duque Blanco. Aquí en un tema que Larregui dedica a su hijo, con un in crescendo sutil y épica contenida hasta que explota en el minuto 3:15". Unas balsámicas notas de teclados recogerán lo que quede de ti tras ese salto a la estratosfera emocional del que has sido privilegiado testimonio. 

La contestataria "Fiebre" con esos deslumbrantes sintes, demostrando una vez más que son los grandes protagonistas de Sonidos de Karmática Resonancia. El mensaje es rotundo, toca rebelarse contra el orden establecido de sumisión digital en el que estamos inmersos. ¿Nos ponemos a ello?

"Ese Cuadro No Me Pinta" es otra maravilla, esta vez cercana al post-punk. Aquí nos vuelven a envolver en texturas propias de los Cure, más concretamente de las contenidas en su legendario Pornography (1982). Esa percusión, entre solemne y magnética, que no dejará de acompañarte durante sus siete minutos de duración, aliándose a sintes ensoñadores, bajo majestuoso y una guitarra que cuando aparece lo hace para matarte del placer con sus rasgueos. ¿Estamos preparados ante tal despliegue de sofisticación sensorial?

La psicodélica y narcótica "Bestiario" cierra este trabajo envolviéndote en una hipnótica atmósfera, cuidado con su poder de adicción, parecido al que pueden ejercer algunas redes sociales, tal como reza su letra: << Pero en Instagram usted vive muy bien, te van a enseñar a ser perfecto, nadie sufre ahí, pura felicidad, tú pícale like que es el cielo...>>

Sonidos de Karmática Resonancia es un trabajo exquisito, elegante, que suena compacto, sin fisura alguna. Diez canciones con sus más de cuarenta y ocho minutos destinadas a pasar a la historia, tiempo al tiempo.

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