Me imagino a Gerard Alegre besándose la base del dedo pulgar apretando bien su mano lanzando al aire un solemne "¡Juro y Prometo!" a modo de conjura que venza por fin sus inseguridades, que aparque para siempre una autoexigencia casi febril, para dar paso a la placidez que da simple satisfacción del trabajo bien hecho. EL ÚLTIMO VECINO con su tercer larga duración Juro y Prometo (Pias, 2022), más dos EP's y varios sencillos inéditos publicados, debería emular al futbolista que señala el número de su camiseta cuando marca un gol, o el pintor, satisfecho por su lienzo, lo mira por última vez con media sonrisa antes de darlo por concluida.
Estamos ante un disco monumental, sin paños calientes, al César lo que es del idem. Y no es nada extraño, Gerard viene desde 2013 dando muestras evidentes de su talento con hits, o al menos así deberían trascender, como "Un Sueño Terrible", "Tu Casa Nueva", "Antes de Conocerme", "Dónde Estás Ahora" o "Nostalgia". Juro y Prometo nos transmite un nivel de madurez, equilibrio y honestidad brutales, dando una vuelta de tuerca a su reformulación del pop sintético 80's con guiños jangle aliñados por flashes aflamencados.
La frustración, la decepción, el desamor, la fe y la melancolía forman parte del imaginario inspirativo de fábrica de EL ÚLTIMO VECINO y cómo no, de su nuevo trabajo. En lo que respecta al sonido se asocia a la producción con el reputado Adrià Domènech, alias InnerCut (Bejo, Natos y Waor, Recycled J, Cruz Cafuné o Yung Beef).
El disco arranca con la inmediata "Ábreme la puerta" y esas guitarras juguetonas marca de la casa junto a una percutora percusión abrazando un estribillo irresistible, la estrofa tampoco es coja, en uno de los cortes más eléctricos del conjunto.
"Mundo Mágico" quizás nos hable del universo interior del artista, el que intenta salvarse, con la música de cortes tan redondos como este. Unas programaciones bien armoniosas, incluso bailables, arman junto a riffs guitarreros, una coraza que pueda proteger a Gerard de sus incertidumbres.
"Átame" es un laberinto sonoro del que no queremos salir en la vida. Sus recovecos son rincones donde permanecer retirados del mundanal ruido. Los sintes y programaciones ahora ya si, tiran de absoluta jerarquía. Le sigue la nostálgica "Niño Discúlpame", con una estrofa que se va retorciendo hasta doblarse y unos ensoñadores sintes que alcanzan el summum en su tramo final, con esas notas al aire para cerrar otro tema arrebatador.
El despecho hace su entrada por la puerta grande con "Mentirosa", de menos a más en su vorágine rencorosa. Desde la estrofa, más light que no conciliadora, para vomitar hasta lo último en su estribillo y culminación de éste, llegando hasta el final del corte con el insistente <<El diablo no habla mal de ti>>.
"El Desastre" es un clásico instantáneo, otro de los parajes al que habrá que regresar cuando uno necesite coger aire o simplemente darse un baño de deleite. Más que luminosa, cegadora, pese a su deprimente letra, bendita paradoja. Pocas veces un desengaño sentimental pudo vestirse con unas notas tan placenteras.